jueves, 17 de diciembre de 2009

martes, 15 de diciembre de 2009

Desigualdad y Pobreza, provocan la violencia sin freno en Sonora: Casanova


La vida en Sonora se ha complicado más que de costumbre.

Casi al completar la primera década de este siglo XXI los problemas se nos han multiplicado al 100 por ciento. 

En Hermosillo ya hay matanzas y balaceras ocasionales en pleno bulevard Rodríguez, mientras que en Nogales ocurren todos los días.
 
La violencia contra las mujeres y los niños no ha disminuido ni un milímetro y la desigualdad cuenta ya con el escalofriante dato de 240 mil sonorenses sobreviviendo sin tener qué comer.
 
Hombres, niños y mujeres, todos sufren directa o indirectamente los efectos de la pobreza.
 
Ciertamente a esa terrible condición se le conoce como "pobreza extrema". Y el hecho de que una sociedad y su gobierno no le puedan dar ni tan siquiera de comer a un número considerable de sus gobernados, es lo más violento que pueda existir en cualquier sistema político.
 
¿Dónde está la democracia, entonces?
 
240 mil sonorenses con hambre es la peor de las injusticias. Y aunque se diga que a veces comen y a veces no, en ellos nunca se podrá dar eso que llaman calidad de vida.
 
A mí en lo personal me parece vergonzoso, no sólo para el gobierno, sino para la sociedad en su conjunto, que se admita y se acepte en público que hay sonorenses que llevan dos o tres días sin comer, tal y como lo sufren algunos integrantes de la etnia Pima en esta época de invierno.
 
En este diciembre del 2009 es común encontrarse también en las ciudades a bastante gente que pide para comer lo que sea, a causa de que lleva ya varios días sin probar alimento alguno.
 
Y, la verdad, eso es vivir en el infierno.
 
¿Qué clase de pobreza es la que ya hay en Sonora?, salta la pregunta. Y la respuesta inmediata es muy clara: Es una pobreza absoluta con respecto a la solidaridad y la justicia. Y un cruel desdén a la cordialidad y a la buena convivencia.
 
Es inadmisible que una comunidad tan rica como la de Sonora, de apenas 2 millones 400 mil habitantes, tenga tan abandonada a gran parte de su gente. Y a miles de ellos ni siquiera los pueda retener. Principalmente a sus jóvenes, quienes forzados huyen hacia "el otro lado" en busca de una vida mejor, o escapan de la realidad por el camino del narcotráfico.
 
No necesitamos más argumentos para explicar la violencia sin freno que ocurre en Sonora. Pero lo que sí necesitamos las y los sonorenses es transformar esas terribles condiciones lo más pronto posible. 
 
Y aunque la tarea no es fácil, porque la madeja se dejó crecer demasiado por la corrupción, este es el mejor momento para hacerlo.
 
De otra manera pasará otro sexenio y veremos -con mayor asombro- que las cosas se ponen cada vez peor.

Se debe aclarar que el nuevo gobierno de Padrés no es responsable de la añeja pobreza que se vive en Sonora, pero sí es responsable de que se haga algo. Y pronto.
 
 
Francisco Casanova Hernández, ex candidato al Gobierno de Sonora por el PSD